Han pasado ya tres semanas desde la finalización de la IV Asamblea de Investigación: A partir de Pichon-Rivière en Montevideo (Uruguay) pero aún perduran en quienes asistimos y participamos de ella, los increíbles momentos de aprendizaje y reflexión sobre la profundidad y alcance de este pensamiento inaugurado por Enrique Pichon-Rivière (1907-1977).

La IV Asamblea
Una vez inaugurado el evento, los participantes contaron con la posibilidad de asistir a cinco Mesas Temáticas:

  • Presencialidad, Virtualidad y Formación.
  • Salud Mental.
  • Nuevos Aportes a la Teoría Pichoniana.
  • Instituciones, Organizaciones, Mundo del Trabajo. 
  • Momentos Vitales (Infancias, Juventudes, Senectudes).

Algunas de estas mesas debieron realizarse simultáneamente ya que, afortunadamente, hubieron más de 75 trabajos originales: se presentaron desde exposiciones académicas, artículos y trabajos de investigación, así como los resultados de experiencias prácticas y aplicaciones en campos grupales, comunitarios u organizacionales. 

El formato de las exposiciones permitió que tanto los experimentados referentes como los más jóvenes en esta disciplina, pudieran tener acceso a compartir sus experiencias. Además, y como seña característica de la psicología social operativa, cada mesa finalizó su actividad con grupos operativos al concluir las exposiciones, aportando un valor intrínseco a toda la actividad: en ellos se debatieron el sentir, pensar y hacer de los participantes en la tarea de expandir su conocimiento en la temática de las mesas.

Como es de esperar siempre que implementamos estas técnicas, tuvimos intercambios reveladores y enriquecedores acerca de los temas planteados, dándole un sentido vivencial, personal y grupalmente significativo. 

¿Por qué el enfoque de Pichon Rivière es tan relevante?
Sus ideas acerca del ser social y el concepto de vínculo que se juega en la (inevitable) experiencia de atravesar los grupos humanos -desde el familiar, los educativos, de trabajo o grupos de ocio-, son de tal calado y originalidad que fundaron todo un nuevo objeto de estudio para la psicología: el sujeto en situación.

Tanto es así, que suelo pensar y decir que si este prominente psiquiatra nacido en Suiza pero afincado en la Argentina desde tierna edad, y quien fuera uno de los fundadores de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), propulsor de una psicología social diferenciada y de un dispositivo de intervención específico, el grupo operativo-, se hubiese desplazado o permanecido en otras latitudes, probablemente, se encontraría en el top ten de los pensadores más influyentes de la psicología por pleno derecho, junto a figuras como Sigmund Freud, Carl Jung, Jean Piaget, Erik Erikson, George Mead, Albert Bandura, Carl Rogers, Aaron Beck o Kurt Lewin, por citar solo algunas de las más célebres.

Es de hecho un verdadero privilegio para nuestra historia científica, que este intelectual y hacedor en el terreno psicosocial haya labrado su pensamiento y práctica en la efervescente y compleja realidad latinoamericana. Fue testigo de la convulsa sociedad argentina del siglo XX, conociendo de primera mano colectivos en la pobreza o el aislamiento social, fué partícipe de los albores de la antipsiquiatría y el lento resquebrajamiento de los muros institucionales para los asilados mentales, pero también de los efectos de la segunda guerra mundial y sus migraciones, la articulación de lo grupal con lo socio-político, y contemporáneo de las dictaduras militares que se imponían por entonces… las mismas que enviaron hacia el exilio una diáspora de pensadores en varios lugares del mundo – entre ellos, México, España o Italia-, y que avivó este pensamiento crítico-operativo que plantea que un individuo no solo es un producto cultural del entorno social en el que desarrolla su vida, sino también un productor potencialmente activo y transformador de la realidad que le circunda.

Colocar ciencia y criterios explicativos desarrollados a fondo sobre la naturaleza humana, y proponer una práctica -los grupos operativos- para repensar (y repensarse) críticamente sobre nuestro comportamiento y cómo construimos nuestra subjetividad (el intercambio dialéctico entre el individuo y su entorno social), resulta no solo fascinante, sino disruptivo. Pero particularmente en esa época, esa capacidad configuraba algo peligroso para el status quo instituido.

En la actualidad, la esencia de esta disciplina, genialmente descripta y creada por su figura fundante, está buscando ser positivamente diferenciada, transmitida y divulgada, aún con más fuerza, alrededor del mundo. En esta tarea nos encontramos un amplio grupo de personas del ámbito psicosocial, guiados por el firme convencimiento y conocimiento de la invaluable utilidad de las ideas y los instrumentos operativos que esta disciplina posee y que puede poner al servicio de las personas y grupos humanos, en cualquier lugar del globo. 

Además, los contextos actuales donde la velocidad y diversidad de las transformaciones sociales son tan exigentes e inmediatas, tornan aún más acuciantes y crecientes los riesgos psicosociales ante los cuales nos enfrentamos. Por todo ello, los análisis e intervenciones capaces de integrar lo irracional sobre el individuo y la sociedad -es decir, teniendo en cuenta la profunda dimensión emocional y afectiva- son claves si lo que queremos es comprender su porqué con alguna garantía de éxito.

Si en cambio, hacemos «como si entendiéramos» pero a costa de suprimir o simplificar este comportamiento profundo, emocional y latente, se empobrecen nuestras opciones de comunicar, aprender y cambiar -verdaderamente- algo significativo. En su lugar, podríamos indagar y posicionarnos de acuerdo a esa dimensión -la esfera latente-, donde opera otra lógica diferente y donde habitan los miedos y ansiedades básicas que hacen emerger respuestas en la superficie, condicionadas por éstas.

Una verdadera libertad del ser -y no tanto la concepción que muchas veces se propugna de forma facilista o encendida- solo puede darse bajo un paradigma realista y honesto de revisar y revisarnos bajo la luz de esta dimensión constituyente de nuestra propia naturaleza, individual y social.

En efecto, el malestar percibido, la falta de sentido de autopreservación (desde la depresión o el suicidio hasta las guerras) y la pérdida de registro de felicidad, son solo algunos aspectos del alto precio que pagamos, sea por ignorar o por desdeñar, nuestra multidimensional realidad psicosocial.

Volviendo a la IV Asamblea, allí un grupo de especialistas psicosociales se refirieron a este campo de conocimiento como Psicología Social Operativa, con el espíritu de fortalecer la promoción de la singularidad que la distingue de forma única, aspecto éste (el de la singularidad) fértil y necesario, que bien recorta el brillante autor, compilador y estudioso de la obra pichoniana, Fernando Fabris-. En este sentido, también Gladys Adamson -discípula directa de Pichon-Rivière y directora de una de las escuelas más importantes de esta disciplina en Argentina-, presentó su ponencia El ECRO de Enrique Pichon-Rivière. Una Psicología Social Operativa. Por otro lado, Saxa Stefani -director del centro de formación y estudios psicosociales ceideps en Barcelona e incipiente difusor de la disciplina en Reino Unido-, junto a Amalia Alarcón -discípula de Armando Bauleo y representante de la española Asociación Psicoterapia Operativa Psicoanalítica APOP-, y Carmen Bofarull -téc. sup. en psicología social y miembro del equipo docente de ceideps-, presentaron su investigación Desafíos en la Difusión de una Psicología Social Operativa, señalando que esta adjetivación –operativa– representa una estrategia potencialmente significativa para mejorar la transmisión y extender la difusión y promoción de las ideas, conceptualizaciones y técnicas operativas de la disciplina.

Es importante recalcar que la existencia de estas Asambleas Internacionales, encuentros bianuales que han venido realizándose desde 2016 en Italia, España, Brasil y, en esta última edición, Uruguay, son prueba de la vigencia de estas teorías y de la voluntad cooperativa intercontinental, que deseamos, siga consolidándose y expandiéndose.

Por último, y como participantes del encuentro en Montevideo -declarado de interés tanto por el Ministerio de Turismo de Uruguay, como por el Ministerio de Educación y Cultura de ese país, y además, por la Intendencia de la Ciudad de Montevideo– solo podemos agradecer el intenso trabajo del equipo organizador de esta edición, constituido por Amalia Alarcón de APOP (España), Celia Mendina de AREA 3 (España), Alejandro Scherzer (Uruguay), Virginia Armand Ugon, Jorge Ferrando, Magela Grisoni y Raúl Fagúndez de EPSU (Uruguay), además de intelectuales y profesionales e instituciones del sector de Argentina, Chile, España, Italia, Inglaterra, Suecia y otros lugares del planeta.

Artículo publicado en la columna La Puerta Psicosocial | Diario Primera Edición | Argentina

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